Seguro que alguna vez te has hecho o te han hecho la típica pregunta que, aunque interesante, no deja de ser una forma “barata” de generar conversación:
“¿Qué le dirías, si pudieras, a tu yo más joven?”
Como la escucho cada vez más en pódcasts de conversación se me empieza a hacer bola la preguntita, pero es cierto que da lugar a un debate muy interesante. Y como a mí no me invitan para hacerme entrevistas en pódcasts conversacionales, he decidido compartir mis reflexiones con vosotros.
Pues yo, en estos momentos, a mi yo del pasado le diría: “no hagas nada diferente, no cambies nada de lo que vas a hacer”.
Pues vaya.
¿No te gustaría cambiar cosas de cuando eras joven, no habrías tomado otras decisiones o actuarías para evitar algunas cosas que ya sabes que le van a ocurrir a tu yo del pasado?
Pues no.
Por dos razones.
La primera: como Los Simpsons nos han enseñado, no hay que tocar nada del pasado, a menos que quieras que lluevan donuts del cielo o que exista un futuro gobernado por Flandercillos.
A ver, ante la pregunta inicial yo siempre pensaba “pues le diría que leyera más, que viajara más, que cuidase mejor a ciertos amigos, que hiciera más deporte”. Obvio, ¿no? uno siempre quiere lo mejor para sí mismo. Si hubiese leído más ahora quizá tendría más cultura y podría hacer mejor algo que me encanta: escribir. Si hubiera viajado más, quizá ahora conocería más lugares. Si hubiera cuidado a mis amigos quizá ahora no estaría separado de ellos. Y, si hubiera hecho más deporte de pequeño, ahora quizá sería mejor atleta.
¿Has visto dónde está la clave, no? En el quizá. Porque, la realidad, amigas, es que NO SABEMOS a qué lugar nos habrían llevado esas decisiones. Si hubiera leído más de pequeño, a lo mejor no habría escogido la carrera que escogí y mi futuro laboral sería menos interesante que ahora.
Y, si hubiera hecho más deporte, a lo mejor habría conocido a otro grupo de gente que, a la larga, me habría hecho llevar una vida completamente distinta a la que llevo hoy y que no cambiaría por nada del mundo.
O sea: no sabemos si un pequeño cambio (a priori para bien) hecho hace años nos llevaría a una situación mejor que la actual.
Pero, más importante que eso.
La segunda razón por la que no cambiaría nada de mi pasado es más sencilla, aunque más difícil de explicar. Si cambiase algo de lo que me pasó o de lo que hice de pequeño, es posible que, simplemente yo no existiría más.
(cuidado que me pongo metafísico sin saber)
Y no existiría porque no sabemos qué es el “yo”. La conciencia es algo que el ser humano aún no ha definido del todo. ¿Lo que somos y sentimos depende de un alma inmutable y que opera sobre la materia que me forma? ¿O lo que soy depende de un conjunto complejísimo de estructuras moleculares y químicas que interactúan entre sí para que mi cuerpo y mente reaccionen de manera única ante un estímulo?
Si es lo segundo, cualquier cambio que pudiera afectar a lo que me forma podría afectar a cómo soy ahora y, por tanto, no sería yo tal y como me entiendo ahora.
O sea, es una cuestión de la supervivencia del yo.
(hasta aquí la filosofía de baratillo, vamos a hablar de correr)
Todo esto para deciros que:
de nada vale lamentarse del pasado.
Pensar en qué cosas cambiaríamos de nuestro pasado significa rechazar lo que nos ha llevado a lo que somos. Y eso no es una buena manera de afrontar lo realmente importante: aquello que está por delante.
¿No has podido entrenar un día que parecía importante para tu maratón? ¿te has apretado de más y ahora tienes molestias en el gemelo? ¿Te has pasado de ritmo en los 20 primeros kilómetros del maratón y sabes que te va a tocar sufrir?
Para mí no hay otra actitud que la siguiente: apechuga.
Apechugar significa ser consciente de dónde estamos, por qué (a ver, lo ideal sería aprender de los errores y no cometerlos en el futuro) y qué podemos conseguir con las cartas que tenemos ahora mismo en la mano.
Por eso siempre destaco que, ante cualquier situación que tengamos en carrera o en la preparación, no hay que mirar para atrás buscando errores o culpables por el simple hecho de sentirnos mejor sabiendo que no es culpa nuestra.
Da igual. Lo importante: tira para adelante con lo que tienes.
Lo que tenemos, por cierto, es un episodio super interesante sobre el papel de la policía en la organización de carreras, más ahora que está habiendo tantas cancelaciones por discrepancias entre estos cuerpos y las administraciones locales.
Iván Felipe es un policía local en Burriana y preparador de futuros policías. Nadie mejor que él para ayudarnos a desenredar este enredo y conocer cómo funcionan estos juegos de tronos:
Siempre he pensado exáctamente lo que dices en la newsletter. Aunque he hecho cosas que me hubiesen gustado hacer distintas, pero me han llevado a ser quien soy y a estar donde estoy. Y me gusta quien soy y donde estoy. Y en el deporte igual, de cada error intento sacar una enseñanza que no tendría de no haber herrado. Y esas enseñanzas, fruto de un error, se graban a fuego. Gran reflexión, Chema.