Vivimos una época fantástica.
Aunque hay quien dice que es muy injusta.
Que se están batiendo récords cada día. Que vamos a dejar en el olvido a los que fueron nuestros grandes ídolos. Que pronto nadie se acordará de Bikila, de Rosa Mota, de Roger Bannister.
Pero ¿cuándo no ha evolucionado el atletismo? pienso yo. Desde que empezamos a correr por diversión y a comparar nuestros tiempos con los de otros seres humanos, hemos querido inventar algo que nos haga superarles. O que nos lleve más lejos.
Cuando no inventamos las zapatillas de clavos, inventamos el tartán. Cuando no, el entrenamiento fraccionado. Después alguien se dio cuenta de que si entrenabas la fuerza correrías más. Que si la carga de hidratos del día anterior. Los tacos de salida para las carreras de velocidad. Los viales de glucosa (¿alguien los sigue usando?). Los segmentos de Strava…
¿A quién queremos engañar?
El problema no es la placa de carbono. El problema es la nostalgia.
Que todo evoluciona. Nada de lo que recordamos de hace 20 años permanece igual. Ni siquiera Jordi Hurtado, por mucha gracia que haga el chiste. El atletismo fue una cosa de hombres blancos protestantes durante mucho tiempo. Después se empezó a sumar más gente de todo el mundo, incluidas las mujeres (ya nos vale, por cierto). Y encima, se sumó el capitalismo. Donde hay gente corriendo hay dinero. Y donde hay dinero, hay empresas que quieren ser las más innovadoras para que corras con sus zapas y no con la del vecino.
Así que sí, vivimos tiempos cambiantes. Pero es lo que somos. Nada se pierde, todo se transforma. Aunque eso es lo complicado. Yo mismo he pasado de decir que no quería zapatillas con “ayuda” porque de esa manera iba a dejar de saber si mi mejora era por mí o por mis pies. Pero ahora pienso ¿qué más da? Y ya nunca más seré la misma persona que era cuando pensaba que siempre correría con mis Pegasus 34.
Vale, hasta aquí la oda a la aceleración y mi conversión al placacarbonismo. Pero ¿y si llega el día…
Pausa para la publicidad: el lunes pasado subimos una tertulia muy interesante sobre el futuro de las carreras y su brillante presente. Con Fran Chico, de SportLife y David Rodrigo, de EFE. Te invito a que la escuches si no lo has hecho aún:
Ahora yo te digo: ¿y si un día hubiéramos llegado al pico de la innovación? ¿Y si de repente el tiempo mínimo que alguien empleó en hacer un maratón fuera el más rápido para toda la eternidad?
¿Y si llega una generación que, haga lo que haga, nunca va a ser más rápida que sus padres?
Total, ya somos la generación que tiene menos poder adquisitivo que sus padres. Que tiene menos segundas residencias, que tiene más incertidumbre por su jubilación… Incluso, ya hay muestras que dicen que somos la primer generación de la historia más tonta que las anteriores.
Llegará un día en que se habrá inventado la mejor zapatilla, el mejor avituallamiento, los mejores sistemas de entrenamiento… Entonces, dejaremos de mirar el crono y de compararnos con el pasado. Nunca seremos más rápidos que ellos, diremos (más o menos como lo que pasa en salto de altura con los 2,45 de Sotomayor).
La verdad, espero que ese momento llegue muy tarde. Hoy, nos merecemos ser más rápidos y más deportivos que nuestros padres. Al menos que nos dejen eso.